La disociación es una estrategia para defendernos ante una experiencia traumática y con el tiempo se constituye en una forma de manejar el malestar. La respuesta disociativa comprendería el congelamiento o la paralización al enfrentarnos a una situación traumática, desconectándose de la realidad, experimentándose fuera de su cuerpo y posteriormente negando u olvidando lo ocurrido. De modo que es una respuesta adaptativa para la persona ya que nos permite desconectar de las emociones negativas intensas que de otra manera sería intolerable.

La disociación comprende un continuo entre situaciones cotidianas y adaptativas, hasta la división de partes de la personalidad de la persona en el caso extremo llamado trastorno de la identidad disociativo (TID), en este caso no sólo hay una desconexión entre la mente, el cuerpo y la realidad, sino una fragmentación entre diferentes partes de mí mismo.

El principal tratamiento para los trastornos disociativos es la terapia EMDR, donde se trabaja según la sintomatología asociada y el grado de desconexión de la persona.